lunes, 26 de julio de 2010

No a los tributos

Luego de un tiempo de inactvidad, retomo esta terpaeutica rutina, esta vez para tratar de desentrañar un fenómeno que, no por cada vez más habitual, se torna igualmente tolerable.
Procurar la creatividad, aunque a veces de manera trunca, creo que debe ser algo que a todo artista debiera movilizar; y cuando hablo de arte hablo de todas las ramas de esta variada disciplina. Y la creatividad, esa rara mezcla de ágora inventiva con una pizca de brillantez personal, es algo que cada vez más se está dejando de lado por parte de muchos de los exponentes del arte.
De un tiempo a esta parte, casi todos los fines de semana, en un sinfín de bares de la Ciudad -en mi caso de La Plata, pero me consta que es algo que sucede en prácticametne todas las urbes- se viene produciendo y acentuando una tendencia sencillamente chocante para el oído de todo ser bienintencionado: LOS RECITALES DE BANDAS TRIBUTOS.
Estoy harto de las bandas tributo y no dejan de salir nuevas.
¿A qué extraña y ajena motivación responde rendirle tributo a alguien? ¿Dónde se llega el límte de lo aceptado y dónde se traspasa esa barrera cuando se trata de halagar a alguien?
Así como en la época de la naciente democracia, allá por los años '80 la fiebre libertaria hizo que nacieran muchas bandas de las más diversas tendencias, y que el 1 a 1 que caracterizó a los '90 también generó, de la mano del alcance de las más sofisticada tecnologías, la creación de muchas banditas que a la larga terminarían sin encontrar otra justificación a su existencia que la convertibilidad, el Siglo XXI, el acabosé de la cultura, está siendo el caldo de cultivo de numerosas bandas de tributo de toda clase de artistas.
De la mano de las muchas tendencias a las que hoy hay que tener en cuenta a la hora de ponerse a ver qué escucha la gente, las bandas tributo no reparan en nada para generarse. Así, en una misma cuadra, se puede tener un tributo a Arjona -sí, un hombre tributa a Arjona; sí, hay hombres a los que le gusta ser un falso Arjona; y sí, hay mujeres que van, lo miran y gritan como con el real-, uno de Soda Stereo y uno de Queen con la misma intensidad y una similar cantidad de público.
Por alguna extrña razón , ya nadie dice cover; ahora son todo tributos. Por definicion, "los tributos' son prestaciones pecuniarias obligatorias, impuestas unilateralmente. Su fin primordial es el de obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento del gasto público"; entonces, ¿cabe el término tributo cuando se habla de este tipo de pseudo homenajes? Si leemos detenidamente la clasificación, encontramos en la última parte de ella, quizás, la razón final de su exisntencia: "obtener ingresos necesarios", para el sostenimiento de esta menoscabada expresión artísitca.
Era mucho más honrado antes, cuando se les decía banda de covers, y no ahora que, camuflando una notable falta de ganas de inventar nuevas cosas y un oportunismo fuera de borda, se pretende rendir falsos homenajes a bandas a las que, en realidad, el mejor homenaje que se les podría hacer sería dejarlas tocar sólo a ellas sus canciones.
Pero este es un fenómeno que no excede a los propios artistas. Abatidos por el inexorable andar de la tecnología, muchos de ellos ya han decidido, por ejemplo, bajar los brazos contra la proloferación descomunal de CD's truchos contra los originales, ya pertenecientes a una pequeña porción de la poblacoión de menos de 30 años. Ahora, otra de sus renuncias tiene que ver con la de "tributarse" mutuamente y de un tiempo a esta parte, muchos artistas han reversionados horribemente canciones de otros; como único atenuante, como para seguir sosteniendo que su robo tiene algo de arte, todas las nuevas versiones tienen una vuelta de tuerca nueva. Algo contigo, El Salmón y varias de Los Cadillacs, son, sólo por nombrar las que en este momento se me vienen a la cabeza, ejemplos de estos infames destrozos artísticos.
Probablemente amedrentados por el fracaso estrepitoso que artistas como Miguel Angel Cerutti han tenido cada vez que se quiseron lanzar al mercado discográfico con algo cantado por él -a pesar de que todos los que lo escuchan "haciendo de él" le quieren sacar a quién se parece de los "famosos"-, las bandas tributo no usan los tributos como trampolín para posicionarse en el mercado; roban con esto de manera sostenida y por el tiempo que sea que dure su bonanza.
La primera personificación de una banda tributo que tuve en mi vida fueron los Danger Four, ese simpático cuarteto de uruguayos que homenajeaban a los Beatles con la anuencia y el amor incondiconal de Juan Alberto Badía y al menos tenían el buen gusto de no llamarse "tributo a los Beatles" -porque ya ni nombre se ponen algunas bandas; son sólo "Tributo a...-. Luego, de este lado del charco, los Ratones Paranoicos fueron una suerte de homenaje vivo a los Rolling Stones pero sólo en las formas, ya que cantaban canciones propias; su sumisión apuntaba más a la imagen que a la música.
Habiéndose detenido en la moda en sí y en las bandas que se aprovechan de esta tendencia, ahora cabe otro punto de análisis: el público. ¿Hay público más fácilmente estafable que el que va a ver bandas tributo? ¿Cuál es la búsqueda final de toda esta gente? ¿Dónde llega el límite de su real gusto por las bandas tributadas?
Fugaz expresión de un arte cada vez más en decadencia, el público que acude a estas presentaciones suele ser heterogéneo y malcopado. Moderan su fervor pero dentro suyo hay ceirtas ganas de gritar como si fuera el auténtico porque las canciones le llegan a lo más profundo de su ser. Es gente con conductas incomprensibles y con un oído a prueba de balas. A todo esto, los integrantes de un club de fans de, por ejemplo, Luis Miguel, ¿se bancarían ir a ver a un tipo de Aldo Bonzi que, con pancita medio prominete, grititos histéricos, pantalón pinzado y que dice muchio en lugar de mucho lo tributa? Habrá que ver qué sucede llegado el caso.
Por otra parte, ¿ellos también experimientarán la rara sensación de sentirse "tributando" a la banda originial por ir a ver a un grupo de borrachos que los imitan, la mayor parte de las veces, mal?
Por mi parte, jamás diré banda tributo sino cover; pretendo jamás ir concientemente a un recital de estos especímenes y seguiré descargando mi moderada ira contra ellos cada vez que pueda. Ese es mi tributo a la música en general.